martes, 20 de diciembre de 2011

El Nombre del Viento


Desde la majestuosa aparición de Tolkien, quién dio a la fantasía un gran nombre, el género literario se estancó. El tremendo éxito de su obra, sirvió de referencia a muchos autores que, ansiosos también de revolucionar la fantasía épica, cayeron en el error de intentar imitarlo. El mayor de los problemas es que la mayoría carecía del talento o la habilidad lingüística para conseguirlo y en las sucesivas décadas el panorama se llenó de Tolkien wannabes con decenas de obras mediocres a sus espaldas, obviando un puñado de joyas.

Terry Prattchet fue uno de los pocos que se desmarcó de esta tónica. Con su serie humorística, filosófica, descacharrante, etc. Mundodisco se convirtió en otro gran autor de fantasía como referencia del mundillo.

Últimamente da la impresión de que el mundillo se está liberando de esa “lacra” que involuntariamente fue Tolkien, con la aparición de unas cuantas series literarias que dan mucho de qué hablar. Dos de los mayores ejemplos son Canción de Hielo y Fuego y La Crónica del Asesino de Reyes. Y es ésta última la que me ocupa en esta ocasión.


"He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y escrito canciones que hacen llorar a los bardos.

Me llamo Kvothe. Quizás hayas oído hablar de mí."

Esto es lo que se encuentra escrito en la contraportada de El Nombre del Viento, primer libro de la saga. Ya de primeras llama la atención la sinopsis en primera persona, que cuenta los principales aspectos de lo que tratará la historia, y que el mismo protagonista cuenta ya inmersos en las páginas del libro. Para ser sincero, esto fue lo que más llamó mi atención para comprarme el libro la primera vez que lo vi.

Ésta es una historia a dos niveles, es decir, en primer lugar tenemos la historia de Kvothe, nuestro protagonista ya adulto, el cual cuenta la historia de su vida a Cronista, un… bueno, un cronista y en segundo lugar la historia de la vida de Kvothe, ya en primera persona, desde que era un niño en la troupe itinerante de sus padres.

Sin entrar en spoilers, diré que éste es un libro magistral. Así de claro. El autor sabe lo que se hace y poco a poco nos deja intuir aspectos que tendrán su relevancia posterior, todo lo que le ocurre al protagonista tiene su motivo y lo forja un poco más, dejándonos un desarrollo del personaje más que notable, que se acentúa aún más en el segundo libro. Dicho sea de paso, es una lectura que hay que paladear metafóricamente, empapándose de cada situación, por irrelevante que pueda parecer, puesto que el desarrollo es lento, pero firme. En cualquier otro escritor esto puede ser una carga y resultar hastioso para el lector, pero el señor Rothfuss es un magnífico narrador y, por encima de todo, sabe escribir diálogos. Me gustaría poner una muestra, pero ahora mismo no tengo el libro disponible y soy espantoso para recordar diálogos.

Otro de sus puntos fuertes es la cohesión y el realismo que desprende su mundo. Es cierto que en ocasiones hay cierta visión romántica del mundo (en el sentido más amplio de la palabra), pero todo en él rezuma realismo, incluso cuando se trata de la magia, tan bien explicada que te preguntas cómo nadie lo había hecho antes en nuestro mundo real.

A pesar que la historia se detiene una buena cantidad de tiempo en una Universidad donde Kvothe intenta aprender magia (en sus diferentes vertientes como simpatía, sigaldria y nominación), sabe alejarse bien del nuevo cliché Harry Potter, con un ambiente de seriedad y profesionalidad que dista mucho de lo visto en los libros de Rowling.

Uno de los pocos puntos flacos del libro que he visto en comentarios de algunas personas, a pesar de ser también el mayor punto fuerte en mi opinión es el protagonista, Kvothe, por el hecho de que es un genio que todo lo aprende con pasmosa facilidad, y que encuentra pocas cosas difícilmente realizables. Lo que la gente ve como un matiz irreal, yo lo veo como el retrato de una persona excepcional que está destinada a hacer cosas excepcionales, un héroe épico en definitiva. Si fuese una persona mediocre, nadie creería que sus hazañas son fruto de su habilidad y no de una casualidad monumental.

Uno de mis detalles favoritos es cómo se presenta la historia, como si de un estudio sobre la naturaleza de las historias se tratase, te enseña como nace una leyenda, las verdades y mentiras a su alrededor, cómo se acaba por distorsionar los hechos, etc. Eso lo hace aún si cabe más realista, más aún cuando al principio de la historia te confunde el hecho de no saber si Kvothe fue un héroe o un villano (tal vez ambos).

En definitiva, esta saga es de las mejores lecturas que puedes hacer si te gusta la fantasía si no quieres que tus amigos se rían de ti si disfrutas de un buen libro.

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